
La individualidad, según la perspectiva bíblica, puede definirse como la singularidad y valor intrínseco de cada persona creada por Dios, con un propósito específico, libertad y la responsabilidad personal de reflejar Su imagen. Cada individuo es único y tiene un llamado personal que cumplir en el plan de Dios.
Un texto bíblico coherente con esta definición es Salmos 139:13-14 (NTV):
“Tú hiciste todo el delicado, interno y externo de mi cuerpo, y me entretejiste en el vientre de mi madre. ¡Gracias por hacerme tan maravillosamente complejo! Tu fino trabajo es maravilloso, lo sé muy bien.”
Este pasaje destaca que Dios diseñó a cada persona con intencionalidad y cuidado, subrayando su individualidad y valor único ante Él. Además, la Biblia enfatiza que cada persona es responsable ante Dios de sus propias decisiones (Ezequiel 18:20), lo cual refuerza el concepto de individualidad en el contexto de la libertad (Juan 8:32) y la responsabilidad moral.